Theta Division presenta una cásica aventura gráfica (de vieja escuela) donde cada click cuenta. Virtuaverse se apoya en los diálogos y en todos los objetos que encontremos.
La revolución perdida
La historia de Virtuaverse sigue a Nathan, un traficante de hardware, cuya identidad siempre esta cubierta por una capucha. Un día se despierta y ve que su novia Jay ha desaparecido y que sus lentes AVR están rotos. Nuestra primera misión es arreglarlos y descubrir por qué nos ha dejado.
A la par, el juego nos presenta el contexto del mundo. Una sociedad sumida entre los que están conectados todo el tiempo a la realidad virtual y aquellos que ven el mundo como es. No falta un grupo de hackers secretos llamados The Blade, que intentan acabar con la IA y esta realidad permanente.
Gran parte de esta historia se construye a partir de los diálogos, que ocasionan diversas acciones que iremos viendo en cada pantalla. Podemos seleccionar varias opciones cuando Nathan charla con alguna persona y hay cierto tono humorístico, aunque no todo el tiempo. Una especie de sátira a la sociedad, la cual le es ajena.
Pistas, encastres y mucha imaginación
Para los primerizos en una aventura gráfica del género point & click, será todo una sorpresa. Para aquellos veteranos que crecieron con las populares obras de Lucas Arts ya saben que esperar; aunque eso no significa que no sea un gran desafio.
Cada escenario cuenta con objetos, carteles, pantallas o personajes para interactuar. Las acciones en esta clase de juegos pueden ser de observar o de accionar o activar.
Los textos en los diálogos nos darán las pistas necesarias para avanzar en la aventura. Por ejemplo: si un cliente no le gusta la comida picante y podemos comprar una botella con especias para tirarle a su comida; vamos a poder hacerlo. Con el fin de ver qué pasa. Obvio que cada acción tiene una consecuencia y muchas desencadenan problemas o soluciones; pero nos hará avanzar en la historia.
Tenemos un bolso para guardar todos los objetos que encontremos. Una tarjeta de crédito con saldo para hacer algunas compras y la tarjeta de Jay que nos brindará acceso a diversas actividades como un chat de citas en una terminal.
Cuando estamos trabados en un escenario, la clave está en los personajes y sus diálogos, objetos que encontramos o graffitis que vemos.
Entre circuitos, neón y callejones
Ya desde un primer momento en VirtuaVerse nos recorre esa sensación de estar encerrados en una historia de Phlip K. Dick en su defecto el estilo pesimista y decadente de un futuro a lo Blade Runner. La lluvia incesante, la suciedad de las calles, incluso la vestimenta y actitud de los personajes.
Cuando nos ponemos las gafas AVR la vista tampoco cambia tanto, hay mas luces para distraernos pero la basura sigue estando allí. Algunos escenarios a lo largo de la aventura reemplazan las sórdidas calles por espacios verdes que mezclan tecnología y naturaleza.
También hay que destacar que hay una profundidad de campo entre personajes, objetos y nuestro protagonista. Esto da un mayor realismo a la aventura, que si fuera simplemente un recorrido de izquierda a derecha.
Para acceder a cada lugar el juego nos da la posibilidad de ir moviéndonos con nuestra moto o también a pie en un mapa.
La música en Virtuverse son puros sintetizadores (incluso asistiremos a un concierto cyberpunk). Por momentos puede ser un poco repetitiva, quizás cuando nos quedamos trabados en ciertas etapas, pero la misma se acopla perfectamente a la imagen e idea del juego.
Conclusión
Virtuaverse es un gran desafio, incluso para los veteranos de aventuras gráficas. No es un gran innovador en el género, pero en definitiva es porque no pretende serlo.
La historia cae en ciertos lugares comunes pero el mensaje esta bien contado y la estética del juego refuerza la temática.
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