Insane Code intenta transportarnos a la era de los 16 bits con 80’s Overdrive, un arcade de carreras 2D que da el salto desde la Nintendo 3DS a la nueva generación. ¿Pero le alcanzará la nafta para triunfar en un medio ya tan saturado por la nostalgia?
80’s Overdrive ya está disponible para Nintendo Switch.
A esta altura ya vimos un centenar de juegos que intentan capitalizar con el estilo de los juegos de antaño, algunos con éxito… y otros no tanto. No sé si lo que lleva a un desarrollador a tomar esta decisión a día de hoy es el interés didáctico de replicar algo viejo con la tecnología actual, o si realmente siguen viendo el potencial en un público que paga lo que sea por revivir la niñez. Cualquiera sea la respuesta, el hartazgo empieza a carcomer, pero a sabiendas de que siempre hay excepciones y algunas muy buenas, siempre hay que abarcar esta clase de juegos con la esperanza de que sea el nuevo caso que salga bien.
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80’s Overdrive nos recibe en sus paisajes de horizontes interminables y coloridos —pero al fin genéricos—, con una variedad musical de bandas independientes que, como el juego, tratan de replicar esa magia ochentosa. Las canciones son muy buenas, pero la invitación que se le extiende al jugador para elegirlas tan arbitrariamente —a lo radio de GTA— e indiferentes al nivel que se corre, hace que las pistas pierdan identidad y todo se sienta intercambiable, un error de concepto que otros juegos de carreras saben evitar, llevando el diseño y la música de la mano para hacer sus niveles verdaderamente memorables. Esto no pasa acá y es una lástima, siendo el primer ejemplo que nos da el juego de como estética y arte no son sinónimos, sobre todo cuando ésta no está al servicio de algún propósito en particular. Sumado a eso, los niveles se van a repetir varias veces en el mapa del mundo que recorre la campaña, así que el riesgo de sentir que ya jugamos todo en las primeras carreras es bastante grande. Por eso el título va a tratar de compensar la monotonía con lo que hace a la dificultad.
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80’s Overdrive va a desarrollar varias maneras de frenarnos y hacer de la experiencia un desafío en varios aspectos. Por un lado, pone en marcha un sistema minimalista de administración de recursos donde el estado general del coche y la cantidad de combustible se va a compartir en todas las instancias de la campaña, llevando las consecuencias de una carrera a la siguiente, así que el dinero que vayamos ganando será importante para que el coche no nos deje a pata en el medio de la pista.
Por otro lado, hay un decente sistema de inteligencia artificial para los demás autos, y no solamente los competidores sino también para los civiles, ya que estamos en el género de las picadas y hay tráfico presente. También detectarán cada tanto nuestra presencia los patrulleros de policía y se darán persecuciones de algunos segundos, donde nos van a chocar y limitar nuestra aceleración hasta atraparnos. Todas estas mecánicas están bien implementadas y son el punto más fuerte del juego.
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Por último, se incluye un modo de carrera contra el tiempo, que tiene una organización muy interesante al permitir recorrer todas las pistas de manera consecutiva e ir renovando el contador con cada cruce de meta como rebasando a los demás autos. Además, hay un editor de niveles que promete la posibilidad de compartirlos con amigos, pero la interfaz resultó lo suficientemente confusa para que me sea imposible generar un solo código de nivel con éxito. De todas formas, no es que estemos frente a un caso de Super Mario Maker donde asumimos el rol de game designer, sino que acá solo se podrá modificar magnitudes (más curvas, más tráfico, más presencia policial, etc.), algo que no se traduce verdaderamente en una experiencia creativa.
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Algunas indiscreciones de la interfaz —como la mención a jugadores locales— dan la sensación de que un modo online podría haber estado en los borradores en algún punto. Pero en esta versión al menos, todo ese apartado brilla por su ausencia y es una pena porque quizás podría haber sido el aspecto definitivo que marcara la diferencia para este juego: darnos algo que en los juegos de 16 bits de la época hubiese sido imposible. Una gran oportunidad perdida.
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Conclusión
80’s Overdrive se esfuerza tanto en traer cosas del pasado a su plano estético, que se olvida de darnos razones para jugar a este título hoy en día. Entre algunas ideas simpáticas pero completamente intrascendentes y otras que no parecen cocinadas a fondo, al juego lo invade una constante sensación de incompletitud.
Divierte en sus primeras carreras y a veces la pelea por la punta puede apretar, pero los trucos se terminan rápido y la monotonía se acomoda con facilidad en esta experiencia por demás simplista.
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He estado jugando a la versión 3DS, es bastante buena. No hace que los emoji aparezcan sobre los corredores, lo que honestamente es algo bueno. Ha sido muy divertido, pero el daño de la misión de otro coche de carreras es realmente molesto. La versión 3DS no tiene autos aleatorios que cambian constantemente de carril, solo lo hacen si están adelantando.