En The Last Alchemist, de Vile Monarch, tomamos el rol de un alquimista cuya fe en su arte se pone a prueba por una enfermedad debilitante. Una propuesta que a simple vista se vende como cozy, pero que pone todas las trabas para ofrecer una experiencia de juego fluida y satisfactoria.
The Last Alchemist se encuentra disponible para PC.
De medicinas alternativas
The Last Alchemist nos pone en la piel de un alquimista que se encuentra sumergido en la desesperación tras contraer una enfermedad que no solo le deja una pierna menos, sino que también desafía su fe en la alquimia.

Inicialmente, la historia nos muestra que el protagonista abandona el arte que una vez amó, buscando la cura en otros campos. Sin embargo, la enfermedad no da tregua. La desesperación lo lleva a reconsiderar su decisión y regresar a la alquimia en busca de una solución.
La trama se complica cuando el Aprendiz (así lo llamaremos ahora) regresa al observatorio donde solía trabajar, solo para descubrir que su antiguo mentor ha fallecido y que el lugar está invadido por los Agari, criaturas elusivas que temen a los humanos. Estos seres no solo aportan un toque de magia a la historia, sino que también añaden una capa de complejidad a la narrativa, al presentarnos la tarea de ganarnos su confianza.

Con razón me llevé química en secundaria
The Last Alchemist gira en torno a la recolección y fabricación de materiales, un proceso que se convierte en el núcleo de la experiencia.
Al principio, el juego presenta una mecánica básica de recolectar ingredientes y fabricarlos en nuevas herramientas y objetos. Sin embargo, a medida que uno avanza, se vuelve evidente que la jugabilidad está plagada de problemas.

Uno de los mayores contras del juego es su gestión del espacio de almacenamiento. El Aprendiz se enfrenta a un inventario extremadamente limitado, lo que significa que el manejo de los materiales se convierte en una tarea insoportable. La falta de espacio lleva a una acumulación constante de materiales, forzándonos a desechar recursos valiosos. Esta limitación no solo es un inconveniente, sino que también interfiere con el flujo del juego, haciendo que la experiencia sea más tediosa de lo necesario.
La situación se agrava con la falta de soporte para joystick, un elemento que podría hacer la experiencia mucho más fluida. De hecho, el control absoluto con teclado y mouse hace que la jugabilidad se torne engorrosa especialmente en las interacciones y la gestión de herramientas.

Pero, para darles un punto a favor, el proceso de fabricación en sí mismo se puede considerar un acierto. Como jugadores debemos recolectar ingredientes, procesarlos para obtener esencias, y luego combinar estas esencias en un rompecabezas tipo Tetris para crear nuevos elementos. Este sistema puede ser absorbente, pero también presenta una curva de aprendizaje significativa.
No te dejes engañar, no es un cozy game
Visualmente, The Last Alchemist presenta un mundo vibrante y colorido que intenta emular la atmósfera de un cozy game. El estilo 2.5D es encantador, con un diseño que evoca una sensación de calidez y detalle. Sin embargo, este encanto se ve empañado por la falta de variedad en los escenarios, que a menudo se sienten repetitivos y carentes de detalles distintivos.
La sensación general es de un mundo bien diseñado pero insuficientemente diversificado, lo que puede hacer que la exploración se sienta monótona a largo plazo.

El sonido, por otro lado, resulta ser la parte menos destacada de la experiencia. La banda sonora de The Last Alchemist pasa prácticamente desapercibida, sin aportar una atmósfera distintiva o enriquecer la experiencia del jugador.
Las melodías y efectos sonoros no logran establecer un tono emocional significativo ni contribuir de manera notable al desarrollo de la trama. En lugar de sumarse a la inmersión, el apartado sonoro se siente como una adición superficial que no logra captar la atención ni complementar la experiencia de juego.

LO MEJOR
- Un mundo visualmente atractivo, con un diseño colorido que intenta capturar la esencia de un cozy game.
LO PEOR
- Espacio de almacenamiento limitado que dificulta la gestión de materiales y el avance.
- Falta de soporte para joysticks, lo que limita la comodidad y fluidez del juego.