40 Millones de Técnicos

1730

Con 38 años recién cumplidos puedo decir sin ponerme colorado que viví dos campeonatos mundiales. Claro, del ’86 era tan pequeño que no recuerdo absolutamente nada. Estaba Vivo mas No consciente. Esa consciencia  comenzó a tomar forma en el ’90 donde tengo asociado un recuerdo con mi viejo (que en paz descanse) post final. Del Mundial de Italia  (Notti Magique…) tengo mas memoria, aunque considero que es justo decir que el primer mundial del cual me acuerdo absolutamente todo es el de Estados Unidos en 1994.

1

No es curioso que el primer FIFA de EA Sports esté relacionado a este Mundial y la necesidad de generar una fanaticada de Norteamericanos que en el 2026 van a recibir nuevamente una Copa sin todavía tener el deporte apuntalado dentro de sus fronteras. A los yankees el fútbol no les termina de gustar. Les han creado la CONCACAF casi de forma específica para que entren en cada Mundial. La cuna del capitalismo no puede quedarse afuera del negocio. Pero sus habitantes en general todavía piensan distinto. El videojuego de EA Sports fue un suceso mundial –con los números de la época- e incluso vendió muy bien en EEUU pero recién durante el mundial.

Hubo una cábala entre los pibes del edificio. Campeonato de FIFA tras los partidos. Yo recibiría la Genesis en diciembre del ’94 gracias a los ahorros de comunión asi que huelga decir que en cada campeonato me fue pésimo.

No obstante, como conté en alguna ocasión. Yo estaba maravillado. Como poseedor de un Family había gastado el Goal y el vastamente superior Goal 2, pero el primer FIFA estaba en otra categoría.

El Mundial de Estados Unidos terminó con lágrimas y piernas cortadas. En el edificio sentimos el impacto y no hubo mas campeonatos de FIFA.

2

Sin embargo, mi obsesión con el videojuego fue tan fuerte que alquilaba cada secuela semana de por medio hasta que realice una inversión: el FIFA ’96 que ya tenía ligas por doquier, futbolistas reales, montones de opciones. El FIFA ’96 compitió cada tarde de mi educación primaria con el muchísimo mas arcade “International Super Star Soccer” de Konami. Mis primeros palotes como DT amateur fueron dirigiendo al Liverpool en la eterna liga Premier.

Como un suspiro llegó el Mundial del ’98, con Maradona recientemente retirado, Passarella mandando a los jugadores a cortarse el pelo y todo el murmullo que siempre rodea a la Selecta Nacional antes de un acontecimiento, pues hay que vender noticias y gaseosas.

El Mundial de 1998, jugado en Francia, con la ceremonia de apertura mas larga y aburrida (y quizás un poco racista) de todos los tiempos, nos encontró abrumados por la ilusión de un plantel donde una joven maravilla jujeña, el Burrito Ortega, tiraba caños a los rivales con una alegría que se había esfumado en los últimos años. Batistuta, nuestro cañonero y bandera, dirigiendo (sin cinta, el capitán fue el Cholo Simeone) a un plantel que supo conocerse como “la Riverción” por la cantidad de jugadores de River que Passarella convocaba y que venían bañados del éxito del Millonario durante la década de los 90s.

El cabezazo de Ortega a Van der Sar y el gol de Bergkamp en el ocaso del partido fueron la guillotina de los deseos nacionales que solo pudieron cumplirse en los hogares privilegiados donde el FIFA 98: Road To World Cup estallaba visualmente y en las Sound Blaster con su banda sonora donde “Song 2” de Blur nos ponía a todos a gritar “WOO HOOOO”. En la realidad, «Los Azules» dirigidos por Zidane, y con cracks como Thierry Henry, Trezeguet, Thuram, Djorkaeff y Deschamps destrozaba 3 a 0 a un Brasil desentonado entre generaciones.

3

Del 2002 no me quiero acordar. Todo lo que tenía que salir bien, salió pésimo, así que paso al 2006. El primero de Él. Una selección Argentina dirigida por Pekerman, héroe de las juveniles, que tomó el mando de Marcelo Bielsa luego de que éste renunciara con la Medalla Dorada de los Olímpicos.  La generación de futbolistas del 2006 fue brutal. Había de todo. Cracks en todos los puestos, los mejores delanteros del mundo, un arquero consolidado, una defensa impasable.

Pero pasó Alemania. Pasó que nuestro arquero atajador de penales se lesionó y el suplente no era un especialista en el asunto. Pasó que el DT sacó a su mejor jugador del momento y no metió al mejor de la historia.

La decisión táctica, con el diario del lunes, fue equivocada. No obstante, no fue así. Alemania tenía jugadores muy altos y Pekerman eligió a un 9 altísimo para jugar en ambas áreas. El Jardinero Cruz podrá contarle a sus nietos que compartió plantel con Él.

Los partiditos de FIFA a altas horas de la madrugada eran norma con mi amigo Nicolás. Nos imaginábamos técnicos y diseñábamos tácticas y estrategias para vencer a los rivales de la Premier, nuestra Liga preferida. Comprábamos a Anelka, y si nos sobraba, a Klose. Porque cuando uno es entrenador elige a los mejores aunque duelan.

4

Ser director técnico siempre fue un sueño personal y estuve muchas veces cerca de hacer el curso. Temas monetarios, de lejanía o de tiempos me complicaron cumplirlo. Pero eso no evitó que fuera un estudioso del deporte, de sus reglas, de sus formas y porque no, de sus conceptos invisibles que pude aplicar cuando dirigí planteles amateur en torneos regionales.

Un buen DT debe estar al tanto de ciertas cosas que no provienen de una ideología futbolística específica. La primera es que uno tiene que adaptar el sistema a lo que se tiene. Hablando mal y pronto: no puedo jugar con 5 delanteros si en el plantel tengo uno solo.  Luego, es menester entender que cada rival es un mundo y entonces se necesita entrenar varios planes. No puedo jugar siempre a lo mismo porque es muy sencillo para otro buen DT armar un plan que contrarreste al mio. Tanto Gallardo como Bianchi (como Ancellotti, como Mourinho) son de esta clase de técnicos y por eso han ganado todo o casi. Aplicar ese saber en los videojuegos de fútbol nos da una ventaja imperceptible.

El tercer pedazo de conocimiento que un DT debe poseer es el mas importante de todos y el que suele escaparse con mas asiduidad. Una vez que los futbolistas tocan el césped, no hay nada mas que hacer. El fútbol, el deporte rey (les guste a los gringos o no) es un deporte fluido donde los futbolistas tienen que tomar decisión tras decisión sin pausas. El tiempo para pensar es escaso y lo es aún más en nuestro fútbol moderno hiperveloz donde se capitalizan los atletas y se ponen en el armario a los futbolistas. Donde la magia pierde espacio frente a la ciencia. Donde la diversión fenece frente a la planilla de Excel de administrativos rubicundos que odian  al fútbol. Burócratas que dirigen a sus planteles via software como si fueran robots.

5

Y eso es un poco lo que somos los fanáticos de los videojuegos de fútbol. Sacando el mote de burócrata por supuesto, pero es lo que somos. Dirigimos a nuestros planteles virtuales obligándolos a hacer lo que deseamos. Ese tercer conocimiento es inaplicable.

Por esa época y luego del fracaso del 2010 con Maradona en la dirección técnica, un plantel desbalanceado y un final desdibujado con una Alemania categórica, las críticas comenzaron a ser mas fuertes.

Se la pasan jugando a la Play, no entrenan”.

Las voces del desánimo, los locutores de la angustia, anclados en su propia decrepitud. Padres del medioevo culpando “a los jueguitos” del vacío de conquistas.

Fue en el 2010 que FIFA International Soccer pronosticó al campeón mundial por primera vez. La España de Vicente del Bosque, un plantel mitad del Barcelona de Guardiola  y mitad del Real Madrid de Mourinho jugando a una versión del tiki tiki (o tiki taka) que, honestamente, un poco aburrió a todos. Al menos fue un campeón nuevo y merecido. Una derrota temprana en el primer partido frente a Suiza hizo tambalear los cimientos de “La Roja” que supo levantarse a lo largo de ese junio identificado por el molesto ruido de las vuvuzelas.

6

La Selección Nacional comenzó un largo periodo de crisis que se curó de manera momentánea (y breve) cuando Alejandro Sabella, el Profe, tomó el mando en el 2011 luego de una vergonzosa Copa América jugada en territorio local.

Sabella, un eximio enganche formado en River, fue ídolo en Estudiantes de la Plata a principios de los ’80, en el gran plantel que Carlos Bilardo dirigiera de manera absolutamente contraria a lo que siempre se imagina cuando se habla de “bilardismo”. Un mediocampo plagado de pies nobles y buen juego junto a Trobbiani, Ponce y Miguel Angel Russo.

Alejandro Sabella llega a la Selección tras salir campeón de la Copa Libertadores con Estudiantes en el 2009. Un verdadero equipazo con la figura excluyente de Juan Sebastián “la Brujita” Verón que llegó a hacerle partido al mejor Barcelona de la historia en la final del Mundial de Clubes. Desde el año 2003 que un equipo latinoamericano no gana esa contienda. Estuvo tan cerca ese Estudiantes de Sabella, Verón, Enzo Perez, Marcos Rojo, Desabato, Boselli y el eterno Calderón.

Tan cerca.

7

Porque en los videojuegos, al tener nosotros el control absoluto, podemos lograr imposibles. He contado alguna vez como lleve al Rochdale de la cuarta de Inglaterra a ganar la Champions League. Salí campeón del mundo innumerables veces con distintas selectas. Logré proezas inimaginables en la vida real.

En la vida real al campo entran humanos que se agotan y no pueden levantar las piernas. Que se lesionan y no tienen reemplazo. Los cambios se hacen durante un partido que sigue, que fluye.

En la vida real el dinero cuenta y los grandes planteles se hacen gastando dólares.

Tanto el FIFA como el PES se han acercado muchísimo a la experiencia pero nunca es realidad. Siguen siendo juegos y como tales, panfletos de la imaginación. Así es que existen los Castoldos que surgen del éter para hacernos campeones en torneos ficticios donde somos los Clausewitz de regimientos que hacen exactamente lo que queremos porque son masilla en nuestros dedos. Donde tal vez se enojan de manera binaria y su porcentaje de éxito desciende pero sigue dependiendo de nuestra habilidad. Donde podemos lograr que Pirlo juegue en Boca Juniors y asista a Adriano en un gol.

En la vida real no podemos dejar en el banco a algunos futbolistas y otros ni saben que existimos.

8

La final del 2014 fue triste. Llegamos tan lejos.

“Era por abajo”.

“Gotze la concha de tu madre”.

Los exégetas de la estrategia futbolera clamaban divididos “club de amigos” o “derrota digna”.

Sabella, desolado, se fue y la nueva refundación fue un desastre. Una AFA descontrolada, varios técnicos exitosos “chocando la Ferrari”, y Él desencantado, renunciando y volviendo por nosotros. Una generación de genios desperdiciada. La segunda en 20 años.

La primera había nacido a mediados de los ’90 cuando Argentina, después de un subcampeonato, dos Copa América y una Copa Confederaciones, comenzaba a despedirse del éxito medido en oro.

Esa generación no creció con videojuegos. Creció con naipes y Maradona. El ídolo de ellos fue Diego Armando Maradona que con 25 años, joven, levantó la segunda tras un torneo tan monumental que lo convirtió en ídolo no solo de una generación posterior sino de la de sus contemporáneos que no podían creer lo que hacía adentro de un campo de juego, o lo que hacía afuera donde defendía a sus compañeros como si fuera un líder sindical anarquista de principios de siglo con vocales bombas incendiarias.

La generación de los 90’s ganó dos copas mundiales Sub 20 en esos años secos. La del ’95 y del ’97 con José Pekerman. En el 2001, durante la crisis, volvió a vencer. En el 2005, Argentina ganaría nuevamente con Él como figura predominante mientras los pibes de los 90 hacían su carrera en “la Mayor”.

Las selecciones juveniles de Pekerman jugaban un fútbol sencillo y con un sostén de la ideología latinoamericana. El dibujo táctico, 4312, ya no existía en el mundo moderno donde el Enganche murió y dio paso al “volante moderno europeo” que es un 5 que da buenos pases y apenas sabe marcar. Inglaterra e Italia desarrollaron a este exponente del aburrimiento y holandeses como Van Gaal lo terminaron de cimentar. El fútbol como entretenimiento no puede existir en el mundo actual donde lo importante es la sabermetrica de kilómetros recorridos,  pases completados y intercepciones. A medida de los gringos que convierten cualquier objeto de ocio en un carnaval de numeritos.

9

El 2002 fue el último mundial ganado por una selección americana. El Brasil de Rivaldo, Ronaldinho, Ronaldo (O’ Fenomeno), y un joven y suplente Kaka. Scolari armó un scratch con Cafu y Roberto Carlos adelantados hasta la mitad del campo de juego para asociarse con el doble enganche que formaban Rivaldo y Dinho. Una selección bestial que regresaba a lo mas alto y fue elegida una y otra vez en el FIFA 2003  y en el popular PES 2. En ambos títulos, el cheat era poner a Roberto Carlos casi de wing y aprovechar su nivel de disparo.

Con Brasil siendo campeón mundial de selecciones y Boca Juniors saliendo campeón mundial en clubes en el 2000 y 2003, el mito de la superioridad europea no podía existir más que en el apartado económico. El equipo de Raul, Roberto Carlos, Guti, Makelele, derrotado por un pibe de 20 años llamado Juan Roman Riquelme, un titan llamado Martín Palermo, y un conjunto de obreros jugando a la pelota. Esa derrota llevó a Florentino Perez a gastar millones y millones en los años siguientes para formar a “los Galácticos” de Zidane, Ronaldo, Beckham, Robinho, Cassano y tantos mas. Lo mismo sucedía con el Milan de Berlusconi, donde militaban Schevschenko, Seedorf, Inzaghi, Pirlo, Gattuso y tantos mas.

Porque eso que sucedió el 28 de noviembre del 2000 y el 14 de diciembre del 2003 no podía volver a suceder. La estirpe europea no podía ser mancillada de nuevo por la mugre latina. Incluso cuando esa mugre nutriera sus filas desde siempre.

La narrativa desde el 2004 fue al menos honesta.

Los europeos somos superiores.

10

Y esa superioridad, desde sus arcas, y sus compromisos de televisación se hizo evidente. Campos de juego en formato billar. Futbolistas estilizados, atléticos al extremo. Transmisiones a toda hora de sus expresiones futbolísticas. Paisajes de ensueño para el espectador latinoamericano que tenía que decidir si ser del Manchester United de Cristiano Ronaldo, Rooney y Giggs o de Asociación Deportiva El Desahucio cuyo artillero trabajaba turno tarde en la góndola de eléctricos de un Easy.

Esos equipos que aparte, no existían en sus videojuegos favoritos en la época gloriosa de la PS2 y sus cds truchos. Podías elegir  cuatro divisiones del fútbol inglés. Dos del fútbol español e italiano. Alemania, Rusia, Suecia. En algunas versiones hubo fútbol brasilero, pero la llegada del fútbol latinoamericano llegó muy tarde. Toda una generación de pibes nacida en el frio de las vitrinas abandonadas y polvorientas creció con videojuegos que le enseñaron que lo nuestro no vale.

El mejor de todos ni siquiera debutó oficialmente en algún club del país. Debutó allá, en el Barcelona de Rikjaard a la sombra de un hermano mayor sonriente, decente y hermoso como Ronaldinho que no le enseñó mucho con los pies porque el talento ya lo traía de acá cerca. En Rosario, Santa Fe.

¿Cómo amar al fútbol latinoamericano así? La Libertadores es una sombra de estrellas por surgir y veteranos al borde del retiro al lado de la Champions de las figuras, muchas ellas también nacidas en suelo autóctono.

11

La debacle del 2018 es hija de esta catástrofe cultural. Ya sin discusiones de “juegan a la Play” o “club de amigos”. Una selección dirigida pesimamente por un técnico capacitado pero inestable emocionalmente que quebró a un vestuario que detestó sus formas, sus tácticas y su acercamiento a un plantel que convivía hacía una década con el mote de “Perdedores”.

La refundación, como las “Martha” de la Liga de la Justicia, tenía que ser con homónimos. Un Lionel al frente del barco, un Lionel inexperto valga decir, que aunaba en su pecho el conocimiento histórico de los dos técnicos nacionales mas laureados y respetados. Menotti por un lado, coordinador de selecciones, y Bilardo por el otro, a quien conociera en su paso por Estudiantes de la Plata. Sin duda también hay piezas de Marcelo Bielsa a quien conoció en su juventud en Newell’s y muchísimo de Pekerman que lo formó.

Lionel Scaloni, joven, con mucha cercanía en edad al plantel, incluso jugó un mundial con Él. El 2006.

Casi la historia heroica de un anime o un RPG.

Quince años después, un grupo de millenials y centennials que creció viendo a su ídolo ganar todo, podía rodearlo para hacerlo ganar ALGO con su selección.

La Copa América llegó así. Ganándole al clásico rival en su casa y prosiguió un extenso invicto que se rompió de manera increíble en el debut de la Copa Mundial 2022.

12 y final

Qatar nos recibió con calor. Ese calor que no se siente en los videojuegos y que es apenas un condimento visual en forma de clima. Nos recibió el sopor de un invierno extraño y una derrota inesperada que sacudió los cimientos y puso en estado de alerta y movilización al país.

Un detalle rarísimo colmó los corazones del gamer futbolero.

FIFA International Soccer había pronosticado con éxito los tres campeones mundiales anteriores. En el 2010 a España. En el 2014 a Alemania. En el 2018 a Francia.

En el 2022, antes de que comience el torneo, el videojuego había previsto que Argentina sería la campeona mundial luego de 36 años.

Pasó México.

Pasó Polonia.

Pasó Australia.

Pasó (con miedo) Holanda.

Pasó (con tranquilidad) Croacia.

Llegó la bestia negra.

Francia, el último campeón, con el mejor jugador del mundo. Un atleta llamado Kylian Mbappe, compañero de Él en el PSG, pero moldeado científicamente tras el gran rival histórico: Cristiano Ronaldo. Un velocista capaz de gambetear y meter goles con el obús de su pierna derecha, la hábil, desde cualquier espacio de la delantera.

Ningún videojuego puede replicar lo que pasó el domingo.  Tal vez el FIFA, con su detestable y perenne hándicap lo logre en algunos momentos que nos colman de frustración “rompe controles”. Pero en sí, es indescriptible.

Los algoritmos no pueden replicar la magia. Solo la ciencia.

El talento que se despliega en el gol del Fideo Di Maria (ese sidekick que también hace su arco de redención) solo existe en las manos de los gamers mas eximios capaces de hilvanar una sucesión de pases a la velocidad del rayo.

Repito, ningún videojuego puede copiar los juegos mentales del Dibu Martínez, la rudeza de Otamendi y Romero, la candidez de Fernández, la voluntad de Acuña, o el estoicismo de Scaloni.

Ningún ser humano tiene todo eso dentro como para poder vivirlo.

Por eso la fiesta, aunque la organizó Lionel Andrés Messi, la tenemos que disfrutar todos.

Él peleó, renunció, volvió, volvió a batallar  y por fin venció.

Y vencimos, entonces, todos.

Todos los 40 millones de directores técnicos amateurs aplaudimos al que no tenía experiencia para el cargo y al que regresó para recuperar los laureles que alguna vez supimos conseguir.

El ruido de la Play no nos deja pensar. Apaguemos la consola un rato muchachos.

Ya ganamos la tercera.



Gamer de muchos años. Creador de la comunidad Old Gamers. Redactor.


Deja un comentario