Ever Forward es un desarrollo de Pathea Games, un estudio Indie con ya algunos videojuegos en su haber. Con características extremadamente marcadas de un juego repleto de Puzzles, nuestra querida protagonista hace su aparición en PS4 el 7 de diciembre del año pasado.
The history, chico, it never lie
Para los que ya llevan tiempo leyéndome, saben que todo empieza y termina en la historia. Podrás tener mecánicas y gráficos que dejen que desear, pero casi todo puede salvarse si hay un buen desarrollo de guion (o al menos para jugadores como yo).

Esta entrega cuenta la historia de Maya, una pequeña niña con una traslucida aspiración por recuperar sus recuerdos. Para ello nuestra tierna protagonista deberá de exponerse a diferentes pruebas, y así, desentramar su historia. Lo que no sabe es que no toda historia termina como un cuento de hadas.
Puzzles por doquier
Nuestra aventura se narra entre dos universos. Uno sucede en los recuerdos de Maya, en donde al parecer nos encontramos en un mundo futurista, distante y hasta en cierto punto de aislación completa. Por el lado opuesto, nuestro mundo tangible es completamente opuesto, vibrante, fantasioso y apacible, Maya avanzara en la historia en un lugar alejado de todo lo terrenal y en donde encontrara fragmentos de sus recuerdos, no sin antes exponerse a una serie de acertijos.

Tras cada puzzle, Maya recuperará uno de sus recuerdos y nos adentrará un poco más en su vida diaria y de su ausente y laboriosa madre, la cual al parecer cumple un rol importante para el mundo.
Un universo sacado de las manos de Porter Robinson
Me fue indiscutible pensar en esto que enuncio en el título. Al menos a mí parecer, los gráficos sonidos y diseños me llevan a Shelter de Porter Robinson, en donde encontramos a una niña en medio de dos mundos distintos, y su afán por saber la verdad.

Durante toda la historia observamos una contraposición por demás de marcada en ambos mundos. Esa sensación traída del mismísimo Eden, en donde todo es perfecto, calmo y despojado. Para luego adentrarnos en nuestros recuerdos, con tintes lúgubres, metalizados y de líneas duras.
Por otro lado, su apartado sonoro es sumamente silencioso. Musicalizaciones tenues y con un color por demás de melancólico, como si tras cada paso dejáramos atrás una parte de Maya, para adentrarnos en lo duro y complejo de su realidad.
