Pig Eat Ball, cración del estudio indie Mommy´s Best Games, es un puzzle de acción con una historia desopilante que nos puede entretener un rato y sacarnos alguna sonrisa.
Disponible para PC, PlayStation 4 y Xbox One.
Un juego de controles sencillos, de estilo pacmanezco, en el que debemos comer pelotas de tenis y luego vomitarlas para poder adelgazar y pasar por aberturas estrechas. Ganamos si nos comemos todas al estilo Hungry Hippos. ¿Que no tiene sentido? Bueno, mis queridos chichipíos, no todo tiene porque tener un sentido en la vida. Agarren y anoten…

Historia: Una princesa en apuros
La historia de este juego consiste en encarnar a una inmadura princesa cerda, hija del rey con cabeza de pastel, la cual es obligada por su padre a elegir un pretendiente para matrimonio en un torneo intergaláctico. La princesa, que no tiene ni pizca de ganas de casarse, decide competir y ganar el torneo para no tener que elegir a nadie. Iremos avanzando por diferentes instalaciones y hablando con almejas gigantes que nos presentaran las diferentes competencias que debemos vencer… lo que se dice una historia con una lógica absoluta.

¿Graficos y sonidos? bien, gracias
Respecto a gráficos: visión cenital. Tiene una estética pixelada, con una ambientación grotesca y unos escenarios repetitivos de colores estridentes medio retro que ya no sorprenden a nadie. Bastante poco cuidado en el arte del juego.
Los efectos de sonido son totalmente secundarios, algunos efectos de sonidos repetidos y generalmente desagradables.

Jugabilidad, nada por aquí, nada por alla
Un juego con controles sumamente sencillos, solamente tenemos que elegir la dirección en la que avanzamos, succionamos el alimento y podemos vomitarlo a nuestro antojo. Al vomitar nos volveremos pequeños y podremos pasar por aberturas estrechas. Como adicional podemos estilizar a nuestro personaje con skins y darles algunos escasos powerups. Nada más.

El juego es un sinfín de niveles similares (más de 200), que, para sorpresa de nadie, se vuelven dolorosamente repetitivos. Solamente tenemos que comer todas las pelotas esquivando obstáculos y enemigos que nos quieren dañar y utilizando el vómito cuando sea necesario para escapar o pasar por una hendija angosta.
Se asemeja en la idea al viejo y querido Pac-Man… pero fracasando rotundamente en la ejecución.

Conclusión
Pig Eat Ball es un juego estéticamente grotesco, repetitivo, puede ser entretenido al principio para matar el rato, pero falla en generar apego del jugador.
Demasiado simple para una consola de quinta generación, sería un título más apetecible para jugar en un dispositivo móvil en algún viaje largo. No más que eso.
