Desde hace algunos años, y algo potenciado por la pandemia, todo lo respectivo a la educación y salud mental tuvo una preponderancia que hacía tiempo no se observaba y siendo acompañada de una naturalidad que da gusto. Algo parecido está pasando con el mundo de los videojuegos.
Entregas reconocidas y de índole clásico como Amnesia, Celeste y Hellblade: Senua´s Sacrifice traen consigo diferentes tipos de representaciones de todos los colores que hay detrás de la salud mental. Sagas como Celeste traen en su mochila algunos tonos más pasteles, con autosuperación, empatía y amor propio; por el contrario, entregas como Amnesia nos pone en la mesa algunos temas más delicados como el lado oscuro de la locura misma del ser humano.
A este gran catálogo y pisando con firmeza y confianza tenemos Vlad Circus: Into The Madness, un desarrollo argentino de Indiesruption, quien luego de dejar la vara alta con Nine Witches hoy puedo anticiparles que logra hacer que el saco les quepa.
Nine Witches Family Disruption Review: Nazis, nigromancia y mucho humor
Desarrollado por el estudio argentino Indiesruption , Nine Witches: Family Disruption debuto en el mercado este 4 de diciembre, haciendo su aparición en todas las plataformas actuales de manera simultánea.
Vlad Circus hace su aparición justo a tiempo para Halloween, este 16 de octubre de 2023 para Xbox, PC, Nintendo Switch y PlayStation.
Con cimientos fuertes
Una de las aristas más importantes para cualquier desarrollo no es solo el dónde vamos y qué queremos lograr, sino de dónde venimos. Hay que plantear una identidad, un trasfondo lo suficientemente sustancial como para poder generar una base lo suficientemente rígida para todo lo que viene después.

Vlad Circus cuenta la historia de Oliver Mils, un payaso con un trasfondo que nada tiene de similar a sus zapatos lustrados largos y sus colores chillones; más bien Ollie se muestra como alguien débil, desamparado y con los vestigios de lo que alguna vez fue alguien tocado por la alegría de performar y la risa de los niños.
Corre el año 1920, nuestro protagonista al momento de comenzar la aventura se encuentra en una institución de sanidad mental, batallando con los fantasmas de su pasado; lo que aún no sabe de qué también están en su presente. Ollie pertenecía a un circo al mejor estilo “freak show”, en donde más que malabares y domadores de leones abundan las personas con deformidades biológicas y rasgos “extraños” para la época.

Pero una noche todo sucumbe a gritos, muerte y cenizas. El circo durante una actuación entra en un espiral de fuego incesante, transformando los vítores y las risas en gritos, llanto y miedo. Pocos minutos después el circo solo era cenizas, girones y silencio. Vlad, el director, y los demás no solo habían perdido su lugar en el mundo, sino también su medio de vida; habían perdido todo. Llega el día en que Oliver recibe la llamada nuevamente de Vlad, con un objetivo que revolvía el estómago de miedo e incertidumbres; quería reunir nuevamente a todo el circo, y porque no, tratar de colocarlo nuevamente en funcionamiento.
Para llegar a la luz hay que atravesar la incipiente oscuridad del túnel
Vlad Circus hace muchas cosas bien, pero al menos para mí el mood que plantea es la arista más fuerte. Todo lo que se observa y se experimenta roza la falta de sanidad mental, y también logra traducirse en la forma en que jugamos a lo largo y ancho de la aventura.

Vlad Circus cuenta la historia de Oliver Mils, un payaso con un trasfondo que nada tiene de similar a sus zapatos lustrados largos y sus colores chillones; más bien Ollie se muestra como alguien débil, desamparado y con los vestigios de lo que alguna vez fue alguien tocado por la alegría de performar y la risa de los niños.
La forma de moverse durante este paraíso de esquizofrenia de 16 bits es lenta, tensa, pero con un sentimiento de búsqueda por la verdad que hace que todo valga la pena.
Las modalidades de juego son bastante sencillas, pero muy bien logradas. Ollie dependerá de un inventario extremadamente limitado, una lámpara de kerosene y de sus buenas intenciones. La lámpara será nuestra mejor aliada, siempre y cuando seamos lo suficientemente cuidadosos con su uso; reitero con la frase que les escribí antes: hay que abrazar la oscuridad ya que en varios momentos será mejor ir a tientas en plena penumbra que usar la última gota de combustible lumínico.

La historia también tendrá momentos de “combates físicos” logrando un buen equilibrio entre investigación y acción.
Respecto al inventario, trae muchos recuerdos a las primeras entregas de Resident Evil, slots extremadamente limitados, pero con la facilidad de poder soltar los objetos y no perderlos en cualquier parte de los mapas; los objetos no se perderán, pero si deberás de pensar como usar el espacio de tus pequeños bolsillos y en qué parte decidiste dejarlos “tirados”.
De todas formas, contaremos con una especie de diario de aventuras, en donde Ollie no solo irá escribiendo sus pensamientos y razonamientos extraños que nutrirán el lore de Vlad Circus, sino también que dejara plasmado el lugar exacto en donde decidimos dejar cada uno de los objetos que no logramos llevar con nosotros.

Bajo contraste y alto clima
Tengo en claro que Indiesruption es una desarrolladora nueva en el mundo de los videojuegos, pero sí hay algo que ya puedo afirmar es que logra encontrar su estampa a nivel gráfico; y no me refiero a los 16 bits. La selección artística de los colores, manejo de contrastes y de cinemáticas es la firma que hoy tienen de estandarte; hasta por momentos es muy sencillo relacionar a Vlad Circus con Nine Witches, lo cual me parece por demás de inteligente. Más allá de toda esta lista de buenas decisiones, la forma en la que Vlad Circus te sumerge en toda la parafernalia de la escasa sanidad mental, es hasta por momentos algo abrumadora. Por momentos casi el 40% de la pantalla esta completamente a oscuras, generando al jugador un sentimiento de soledad y desamparo que dan ganas de abandonar, todo acompañado de una banda sonora que rasguña lo lúgubre.

LO MEJOR
- Una historia rica en detalles, con una novela que es suficientemente disfrutable sea antes, durante o después de la experiencia del videojuego.
- Un protagonista real en todo aspecto.
LO PEOR
- Puede que el sistema de inventario sea algo abrumador en principio.
One thought on “Vlad Circus: Descend Into Madness Review – La única forma de llegar a la luz es abrazando la oscuridad”