En nuestra columna anterior les comenté sobre la querida y malograda Sega Saturn porque mi idea original era jugar este pequeño clásico Nights into Dreams en un emulador.
Dado que fracasé rotundamente, que ningún emulador funcionó y que todos los ROMS que baje (en diversos formatos) tampoco quisieron arrancar, terminé comprando Nights into Dreams en Steam por el precio de un Big Mac. Mis impresiones, a continuación.

Un argumento complejo
Si iniciáramos el fichín sin más preámbulo no entenderíamos absolutamente nada. Pero entre las opciones está semi escondida la trama del videojuego.
Como en su secuela espiritual Balan Wonderworld, nos ofrecen la posibilidad de elegir un chico, Elliot o una chica, Claris (no relacionada al «Silencio de los Inocentes»), aunque ambos tendrán caminos diferentes.

Nuestro personaje entrara en Nightopia, el mundo fantástico de los sueños donde todos los sueños se materializan para detener a Wizeman, un dictador que quiere destruir tanto el mundo nocturno como el mundo real. Para lograr esto se valdrán de la ayuda de Nights, que proviene del mundo de las pesadillas. Todos los humanos van a uno de los dos mundos cuando duermen y allí, partes de su personalidad se reflejan en esferas de colores llamadas “Ideya” que el tal Wizeman está robando para hacerse poderoso.
Tanto Elliot como Claris llegan al mundo de los sueños a través de pesadillas que tienen una noche luego de sufrir situaciones angustiantes. En su escape a Nightopia, se encuentran con Ideyas de color rojo (de coraje) que Wizeman no puede robar. Nights, un rebelde de la causa de Wizeman, se une a los niños para vencer a Wizeman y sus esbirros voladores, los “Nightmaren”.

Si releen (o leen bah) mi reseña de Balan Wonderworld podrán reconocer tramas tan similares que nos harían buscar un abogado especialista en derechos de autor si no hubieran sido creadas por prácticamente el mismo equipo.
Para acabar con la amenaza de Wizeman, Nights into Dreams nos hace recorrer siete niveles 3D llamados “Sueños” que a su vez se subdividen en cuatro etapas que hay que superar por tiempo y por el típicamente japonés sistema de grados de éxito (A, B, C…). Los mundos se transitan de dos maneras: manejando a Nights, después de convertirnos en él en los Ideya Palaces, o manejando a los mediocres caminantes (¿?) Ellios o Claris recogiendo las esferas Ideya y escapando de un reloj con patas que nos va a despertar y hacernos repetir el nivel desde cero.

La mecánica no es fácil de explicar en términos del 2021, es un videojuego que me costó bastante entender bien que era lo que había que hacer y cómo.
Una remake contemporánea
Lo que no cuento en el prólogo de la nota es que la versión de Steam (que pagué 150 pesos), viene con el Nights into Dreams que salió en Saturn pero también tiene el que salió luego porteado a otras consolas como Dreamcast y PS2. La segunda versión es notablemente mejor en todo aspecto. Y ojo, no siempre es asi. El porteo del videojuego que salió unos años después es casi una remake. Los gráficos dejan de ser unos polígonos grotescos, las texturas de los mapas son notablemente más limpias y detalladas. La jugabilidad, muy tosca, se transforma en el canon de videojuego en tercera persona y la cámara es más sencilla de maniobrar.

En definitiva, el Nights to Dreams remasterizado es un videojuego que puedo comprender que haya sido muy apreciado aunque no destaque por nada. El original de Saturn, un “clásico” para los que tuvieron la consola, me cuesta comprender porque alcanzó tal nivel de cariño. Se deduce por lógica que en la consola de Sega no hubo muchos exponentes del género mientras sus competidoras tenían muchos y muy grossos. Playstation con Crash Bandicoot o Spyro. N64 con Banjo Kazooie y (me pongo de pie) Super Mario 64. Entre muchos mas que son objetivamente juegos mucho mejores y mas memorables que la experiencia de Saturn.
Incluso es complejo y discutible decir que Nights into Dreams es un plataformero 3D dado que es mas un videojuego de acción. Pero ahí entraríamos en la discusión poco saludable de cuadrar criterios. Un embole.
En su versión mejorada confieso que jugué bastante mas tiempo que en la original, motivo de esta sección. Algunos conocedores del paño dirán “Nights into Dreams difícilmente es un raro del fondo” mientras le sacan lustre al monóculo, pero estoy bastante convencido que tampoco es el League of Legends.

No es un clásico
Desestimo que Nights into Dreams en su formato saturnesco sea un videojuego que haya sobrevivido al paso del tiempo. Se ve feo, se maneja tosquísimo, y no divierte ni por cerrar los ojos y pretender que es un Sonic volador. Porque no lo es. El equipo de desarrolladores encabezado por Yugi Naka no quiso hacer una secuela espiritual de Sonic. En sus palabras:
“NiGHTS, un héroe, originado en “Sombra” que significa el otro lado del yo definido por Jung en sus definiciones de los sueños. Elliot y Claris, que se han perdido en el mundo del sueño se originan en el Animus y Anima de Jung. Los ítems de Persona (sic) que aparecen en la versión de Wii se originan también en la teoría de sueños de Jung.«

En la entrevista (link) se extiende bastante en los conceptos psicoanalíticos de los sueños y en como se entremezclaron en el desarrollo hasta formar el núcleo del videojuego aunque cueste entreverlo entre la paleta colorida y los diseños circenses que confiesa, son un homenaje a “Cirque du Soleil”.
Los detalles que Naka revela le dan sustento a un videojuego que, de salir hoy, sería considerado tan medio pelo como lo es Balan Wonderworld.
No sabemos que le depara en el futuro al creador principal de ambos fichines, pero esperemos que sea algo de mas calidad.

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